CONCHA ROS La expresión contenida en una línea

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Artículo publicado en el Clásicas y Modernas (julio 20121).

El nombre de Concha Ros (Valencia, 1967) va asociado a su capacidad creativa para representar gráficamente una imagen a base de líneas y de sombras. Pero, como suele ocurrir en el devenir artístico de una persona, nada sucede de manera recta sino en forma de constelacionesen las que se concentran varias vidas y varios viajes. De hecho, nadie llega de inmediato a descubrir qué quiere hacer o a qué le gustaría dedicarse. En esa indagación la artista cuenta ya en su haber con varias etapas vitales. De éstas ella misma destaca su infancia que es donde germinó la curiosidad que le caracteriza y el afán constante por investigar y formarse. Sus primeros recuerdos proceden del taller familiar que estaba situado en el barrio de Ruzafa y reconoce que, al rememorarlo, le asaltan todo tipo de emociones ligadas al sentido de la vista, del olfato y del tacto. Un compendio sensitivo que en su imaginación se parece mucho a un paraíso al que puede volver cuando la memoria asociativa le ofrece la oportunidad de vincular un olor o una textura a aquellos tiempos en los que se sentía y se sabía feliz. En realidad, fue una niña muy risueña que disfrutaba estirando la pintura sobre la madera y clavando tachas en el banco de carpintero de su abuelo paterno que era ebanista. De la misma manera que sentía una alegría rebosante cada vez que correteaba libre, con sus patines de cuatro ruedas, por la tienda de muebles de su padre, en donde siempre descansaba algún anuncio del limpiametales Netol, tan popular en aquellos tiempos. Son esas sensaciones que le remontan a un origen común, las que le hacen sonreír con la mirada cada vez que detiene la vista en algo que le atrapa y que despierta su atención. Un gesto que, ya en edad adulta, forma parte de su idiosincrasia y de su talante curioso y observador.

Ros ante uno de sus Tondos Voyeuse, adquiridos en 2020 por el Ajuntament de València.

Con el tiempo no le fue fácil abandonar el hábito de representar las ideas con imágenes que había adquirido durante su niñez, cuando emulaba a su padre pintando sobre pequeños retales de tablero que él mismo imprimaba a fin de que ambos pintaran lo que quisieran componer, cada cual a su manera. Así, mientras que él realizaba paisajes a plumilla y bodegones al óleo en la trastienda del negocio que había habilitado como estudio, aquella niña traviesa no dejaba de pintar patos Donald en medio de una atmósfera en la que se mezclaba el olor a trementina y el humo de los cigarrillos Sombra que fumaba su padre. En aquel mismo entorno familiar, le llegó el momento de decidir qué estudios realizar. Con alguna duda que otra, propia de la adolescencia, se debatió entre los estudios de periodismo y los de Bellas Artes. Al final pudo más su pasión por el arte y siguió la estela de su progenitor quien años antes, junto a Michavila y otros compañeros, había iniciado sus estudios en la Escuela de San Carlos. Así fue como, en 1985, llegó a la Facultad de Bellas Artes situada en el antiguo edificio del Camino de Vera, en el campus de la Universidad Politécnica de Valencia2. Hoy Concha Ros es doctora en Bellas Artes y Máster en Museología. La artista cuenta ya con una dilatada carrera profesional repartida fundamentalmente entre las artes visuales y las artes escénicas. En un principio, desarrolló su labor artística en el ámbito del diseño gráfico y textil, de la publicidad y de la comunicación, y más tarde dirigió sus intereses hacia la gestión cultural y el montaje de exposiciones. Todo un devenir profesional que muestra su capacidad poliédrica al asumir la competencia de varias áreas artísticas en las que ha cosechado tanto éxito como reconocimiento. En esta trayectoria, desarrollada entre España e Italia, ha sabido conjugar la labor de comisariado, de atrezzista y de ayudante de dirección o de producción. A todo ello, hay que añadir los cursos académicos en los que ejerció la docencia en el Departamento de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes, en la misma universidad donde se doctoró. Puede decirse, sin temor a equivocarse, que Concha Ros forma parte ya del tejido cultural valenciano, donde ella misma combina su actividad profesional como artista plástica y también como productora o gestora cultural.

Tras aquellos primeros años de formación en Valencia, donde expone su incipiente obra pictórica en algunos cafés de la ciudad, comienza a trabajar en diversos oficios como el de diseñadora en una empresa textil, productora en Canal 9 televisión3planner en una agencia publicitaria o jefa de publicidad en un seminario. Poco después, agotada esta etapa, decide viajar a Italia para completar sus estudios y seguir investigando. Es la época en la que se instala en Milán durante un tiempo, ciudad con la que mantiene el vínculo durante muchos años. Ya se sabe que la grandiosidad clásica que emana Italia en todos sus monumentos suele llevar a conmover a quienes la contemplan con sensibilidad artística y mirada estética. Concha Ros no solo no escapó a ese estremecimiento aurático sino que sintió dentro de sí tal impacto que le pareció estar en casa, casi como si hubiera nacido allí. Ese tipo de conexión aumentaba cada vez que le embargaba la sobredosis de belleza que observaba mientras paseaba por Milán. El encuentro con el Duomo, la atmósfera de recogimiento que se respiraba en su interior y la belleza que encontraba, mirara donde mirara, la dejaba ensimismada y a punto de sentir aquel estado de ánimo que se conoce como síndrome de Stendhal4. Es en esos años cuando frecuenta la biblioteca del Castello Sforzesco que se convierte en su lugar de investigación y estudio. Rastrea también en algunas librerías de viejo de la ciudad y en las tiendas de pintura del barrio donde vive pues en ningún momento deja de pintar y dibujar. En su memoria sigue presente el recuerdo de Brera, la Pinacoteca, la Accademia y todas las galerías que visitaba entonces. Uno de sus lugares preferentes, emplazado en la misma plaza del Duomo, fue el Civico Museo d´Arte Contemporanea 5(CIMAC), un espacio expositivo al que acude a menudo y donde, contemplando el arte distribuido en sus salas, aprenderá gran parte de lo mucho que sabe de la pintura italiana. En este tiempo, finaliza su tesis doctoral sobre el arte italiano de la primera mitad del siglo XX, con el título: “Arte y fascismo. Aproximación al panorama pictórico italiano: 1909-1944” 6. Pero aún permanecerá unos años más en Italia donde seguirá dibujando por cuenta propia y donde acabará echando raíces sentimentales y profesionales.

Esta etapa se cumple con su vuelta a España, sin embargo, antes de regresar, trabaja en Italia en una galería de arte especializada en fotografía y llamada Photology. De esa experiencia proceden sus primeros pasos en un medio vinculado específicamente con la exposición y el comercio de obras de arte, así como la promoción de artistas y de sus creaciones. Ya de regreso a España, reside primero en el barrio de Russafa y luego en El Carmen, donde siempre había querido vivir. Con su titulación académica, el bagaje profesional que ya llevaba a sus espaldas y su capacidad para los idiomas, se presenta a una entrevista del Servef y es contratada como secretaria de dirección del Palau de les Arts Reina Sofía. Este recinto que, desde sus inicios ha funcionado como un contenedor cultural y musical integral, ha terminado por convertirse en uno de los coliseos operísticos más reconocidos de Europa. Pero en aquel 25 de octubre de 2006, fecha de la inauguración de su primera temporada, se presentaba sobre todo como el máximo exponente de la política cultural valenciana de aquella época7.

Antesala de la exposición Self Made Woman exhibida en 2019 en la KAKV de Villena, Alicante.

Sin duda ésta fue su verdadera escuela en el campo de la producción y de la gestión cultural. Un aprendizaje que duró tres años mientras formó parte del equipo de la Intendente General del Palau de les Arts, la austríaca Helga Schmidt. Allí tuvo la ocasión de vivir en primera línea la producción y la gestión de la preparación de variados repertorios operísticos, y de toda una serie de eventos paralelos que aglutinaban a nuevos públicos en función de otro tipo de recitales musicales (música de cámara, sinfónica, zarzuela) o de otros espectáculos de danza, así como conferencias, exposiciones fotográficas y algún que otro pase cinematográfico. Este esfuerzo profesional le proporcionó con creces las bases y los fundamentos de la gestión cultural. Pero, como contrapartida, el ritmo vertiginoso de aquellos tres años en los que realizó su trabajo a las órdenes de Helga Schmidt, le pasó factura. No tuvo más remedio que detenerse para recuperar la salud y la tranquilidad. Después de este breve impasse, retomó su trayectoria profesional con otros trabajos en diversos campos de la cultura y del entretenimiento: cine, televisión, exposiciones o teatro. Es entonces cuando ejerce durante cuatro años como docente asociada en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Valencia, dirige una galería de arte, asume la dirección del Teatro Micalet8 y la ayudantía de producción y coordinación del proyecto Sala Russafa para Arden Producciones, S.L. Son años en los que no deja de producir cultura para uso propio y ajeno, tanto para artistas como para directores y directoras de cine y de teatro o de ópera. En estos años es la vicepresidenta de DONESenART9, asociación de mujeres de la cultura que se constituye en Valencia en 2005. Una asociación que nace del impulso de Antonia Bueno Mingallón y con la que se denunciaba la escasa representatividad que tenían las mujeres en el mundo artístico. Concha Ros, durante los trece años que duró la asociación, compartió esa lucha junto a un grupo amplio de mujeres actrices, autoras y directoras de teatro, con la misma Antonia Bueno Mingallón, Ana Millás, Anna Albaladejo, Giovanna Ribes o Victoria Cano.

Entre tanto, produce su proyecto artístico más emblemático que recibe el nombre de “Self Made Woman” y que presenta en La Nau10 de Valencia y en el KAKV11 de Villena, Alicante. Conviene recalcar que es como artífice de sus “producciones propias” donde se siente más realizada. Esta faceta de free lance le permite dedicarse con total libertad a aquellos proyectos personales que le motivan y le interesan. Por lo general, al ser bien acogidos por un número importante de personas, le suponen una sensación a la par de gratitud y de satisfacción. Además, es ese proceso correspondido de interlocución mutua con el público, el que nunca deja de sorprenderle y siempre lo vive como la mejor recompensa que puede recibir como artista. Al respecto, hay que destacar sus dibujos del cuerpo femenino donde ha dejado patente la impronta de un estilo propio. Es cierto que, en ninguna época pasada de la civilización occidental, la ausencia de identidad estilística ha tenido tanta resonancia como en la actualidad. Esto ocurre al haber virado el arte hacia cuestiones relacionadas con la verdad de lo representado y no interesarse tanto por las cuestiones formales vinculadas a la belleza de lo expresado. A decir de Stefano Zecchi: «el estilo de nuestro tiempo es la ausencia de estilo»12. De hecho, la gran variedad de imágenes con las que se representa la contemporaneidad es tan dispersa y anárquica que no hay orientación ni guía, ni predomina un estilo sobre otro, a veces puede ser la funcionalidad, otras la sencillez, otras el simbolismo. Es más, cuando el estilo es tan difuso, se necesita tener un motivo claro para crear y es evidente que Concha Ros lo encontró en la recreación gráfica de la identidad femenina. Un deseo que le ha hecho caminar de la mano de un arte formalmente bello y, a la vez, comprometido con dar visibilidad a las mujeres que tradicionalmente, a causa de los cánones androcéntricos predominantes, han quedado fuera de foco.

De tal modo que, quizás sin saberlo de forma consciente, su creatividad es deudora del esfuerzo creativo que se observa en aquellos primeros dibujos del arte rupestre donde se han encontrado imágenes femeninas post – paleolíticas en el Mediterráneo peninsular13. Me refiero a aquellas imágenes de mujeres, en escenas colectivas o individualizadas, que están localizadas en las pinturas del arte rupestre levantino y a las que durante mucho tiempo se les ha dado de lado y se les ha restado importancia. En aquellos inicios, cabe la hipótesis de que fueran las mujeres quienes se representaran a sí mismas en los múltiples roles que desempeñaban como recolectoras, porteadoras, tejedoras o cuidadoras de sus crías. Por ello, salvando las distancias temporales, la tendencia gráfica por esquematizar figuras femeninas y dibujar el cuerpo femenino dejando constancia de la propia identidad, parece tomar vida siglos después en esta artista cuya dedicación es hacer del sexo invisible un sexo visible. En este sentido, Concha Ros, tanto a nivel personal como a nivel artístico, reúne aquella motivación primigenia y la trae a nuestros días en el momento oportuno en el que la Historia del Arte incorpora cada vez con mayor énfasis la perspectiva de género en sus estudios y análisis.

De hecho, en la Comunidad Valenciana siempre hubo mujeres artistas14. Es algo catalogado, pero aun así no han sido suficientemente reconocidas debido al sesgo sexista que ha dominado en la historia de la cultura. A ello ha contribuido el que, desde tiempos remotos, las mujeres no hayan sido consideradas sujetos de creación sino solo musas o modelos. Se daba por sentado que el sujeto creador era siempre varón y que la genialidad o el éxito era únicamente un atributo masculino. Es cierto que hoy en día aún perdura esa inercia sexista, pero también lo es que cada vez más asistimos al agotamiento histórico del paradigma patriarcal en el mundo del arte. Por este motivo, resulta clarificador recordar cómo a partir de la década de los 90 del siglo pasado, empezaron a tener presencia las artistas y a reivindicar su lugar en la historia del arte con un sinfín de temáticas y reivindicaciones feministas. En la actualidad en el contexto valenciano, aún sin haber una corriente homogénea de femenismo15, puede afirmarse que las manifestaciones creativas de estas artistas tienden a plantear problemáticas procedentes de las experiencias que se derivan del mismo hecho de ser mujer. De este modo, las creaciones que generan se inscriben en una poética de resistencia que aboga por una democratización real en el mundo del arte para que sus creaciones sean reconocidas en su justo merecimiento.

En esos discursos de disidencia y de resistencia16 que remarcan la capacidad de actuar de las mujeres, se sitúa Concha Ros al indagar y deconstruir los roles de género que van asociados al cuerpo femenino. En sus dibujos en lápiz sobre papel, la corporalidad de lo biológico y la construcción cultural que supone el género, revelan la historia de la desigualdad con la que se ha construido canónicamente el ideal de belleza femenino. Para ello, la artista analiza en primer lugar los estereotipos de género e investiga los procesos de subjetivación femenina con los que el patriarcado, a decir de Simone de Beauvoir17, ha diseñado a las mujeres como una alteridad construida. En segundo lugar, de resultas de ese proceso, en esencia conceptual, extrae imaginativamente las líneas con las que traza el cuerpo femenino derribando convenciones, redefiniendo sus contornos y dándoles movimiento. De este modo, culmina un trabajo creativo que lleva sello propio y que queda lejos de cualquier canon androcéntrico. De hecho, sus obras nacen de una disposición mental y creativa para hacer tangible la figura femenina desde una perspectiva nueva y feminista. Por eso no resulta extraño que recientemente la Generalitat Valenciana haya seleccionado obra suya para su colección de arte contemporáneo y haya comprado cuatro de sus dibujos de gran formato. A esto hay que añadir que, en la colección del Patrimonio Artístico Valenciano, las obras seleccionadas se adquieren con el fin de completar el patrimonio cultural y ampliar los fondos museísticos. Una adquisición que se acomete en base a criterios de calidad, igualitarios y de equidad, atendiendo siempre a códigos y manuales de buenas prácticas18. Es obvio que, desde este planteamiento feminista19, caben por derecho propio las obras realizadas por mujeres. Se trata, a todas luces, de dar cabida a un arte que verse sobre la reactualización de la propia identidad de género, sobre la no existencia de un único modelo de feminidad, así como sobre las reivindicaciones de las mujeres vinculadas a sus demandas sociales, políticas y culturales.

Desde esa perspectiva, Concha Ros destaca como una artista que, dibujándose a sí misma, recrea a todas las demás mujeres en su diversidad y multiplicidad. Puede decirse que los dibujos de la artista funcionan como un catalizador de su creatividad. En las líneas que con soltura desliza sobre el papel, sobresale su particular insistencia por dejar dibujada la capacidad que tienen las mujeres de auto crearse. De ahí que sus dibujos más recientes se inscriban dentro del proyecto que lleva por título: Self made woman. En este trabajo, la artista al dejar el contorno inacabado de una figura femenina que se está construyendo a sí misma, portando el lápiz en su misma mano, da cuenta de ese feminismo post – género que busca superar el diseño cerrado con el que el patriarcado ha definido el rol de las mujeres en la sociedad. Al tal efecto Concha Ros, como han hecho otras muchas mujeres artistas, utiliza la imagen del cuerpo femenino en su estructura anatómica, para reivindicar el derecho a la auto representación20. Todo un reto cuando venimos de una tradición cultural que, desde tiempo inmemorial, ha negado el derecho a la autoafirmación de la identidad femenina. Todo un desafío en el que el arte puede ayudar a desvelar los estereotipos de género que han naturalizado la desigualdad entre los sexos. No hay que olvidar que, en muchas ocasiones, ese desvelamiento llega a la consciencia a través de un proyecto artístico que nos hace ver el mundo de forma más plural e inclusiva. Y Concha Ros como dibujante, con gran dominio de la técnica y grandes dosis de inventiva, se aplica a esta tarea presentando las figuras femeninas dentro de un proceso abierto en continua constitución. Pero en el trabajo artístico de Concha Ros nada queda al azar, las líneas con las que recorta la figura femenina resultan de un proceso mental reflexivo al que aplica análisis y observación. En su hacer creativo pugna por alcanzar la esencia de la bello, de ahí que resuelva sus dibujos con gran sencillez expresiva y que sus realizaciones contengan un tipo de belleza entre clásica y moderna a la vez que elegante.

The White Chair, del año 2012, antecedente de la obra más lineal de Concha Ros

En definitiva, en estos últimos años, su impulso creativo ha ido dirigido fundamentalmente a la representación de la diferencia femenina. A ello contribuyó favorablemente la adopción en Etiopía de su hija. Fue en gran parte esa experiencia vital de honda raíz de amor que es la maternidad, la que le impulsó a volver la mirada hacia su propia madre, ama de casa intachable y motor de la organización familiar. En este proceso, se interesa por aquellos factores culturales de corte sexista que debilitan a las mujeres y les restan importancia. A ello le dedica horas de indagación, observación y documentación. Y en esa vía reflexiva que le caracteriza, comienza su revalorización de la figura de la madre y la hace emerger con fuerza frente a la del padre que fue su primer referente. Empieza a investigar en torno al trabajo productivo y reproductivo que se realiza fuera y dentro de casa y advierte que ambos tienen un mismo peso en la balanza. En este análisis, con el que desmonta los estereotipos sexistas, comprende que tanto su fuerza de voluntad incansable como su capacidad de organización le vienen de línea materna. En realidad, la artista ha llegado a un punto en el que es de la propia genealogía femenina de donde recibe la inspiración para crear. Puede afirmarse que, en estos momentos, está inmersa en un proceso de autoconocimiento y de revisión al que quiere darle concreción visual con sus dibujos. Pero esta no es su última etapa, sino una más de su dilatada y polifacética trayectoria profesional y quién sabe qué constelaciones le caben aun por recorrer dada su curiosidad insondable y su afán disciplinado por investigar.

Concha Ros sabe que su vida ha quedado repartida, por el momento, entre las vivencias de la niñez en primer lugar y en segundo y tercer lugar, ya en la edad adulta, en el desempeño de la gestión cultural y de la producción artística. Un deambular vital que le ha llevado a transitar por tres lugares geográficos: España, Italia y Etiopía, de los que conserva una huella indeleble. Sus dos facetas, como artista y como gestora cultural, siguen teniendo presencia en su horizonte actual. Su talento creativo continúa en estado de alerta y con el lápiz entre los dedos, en un proceso que sólo es en parte consciente, activa su imaginación ante el papel en blanco para realizar imágenes con las que representar ese otro mundo femenino excluido. De tal modo que su obra se inscribe dentro de esas poéticas de la disidencia que reivindican la reconstrucción de la genealogía de las mujeres sin la presión de los estereotipos sexistas. En suma, en su conjunto, son tantas las posibilidades y las sugerencias estéticas las que se encuentran entre sus creaciones que se comprende bien que destaque como creadora con un estilo peculiar muy personal. En otras palabras, Concha Ros es ya, sin duda alguna, un valor artístico en el panorama cultural valenciano, un reconocimiento bien merecido al que ha llegado por esfuerzo y mérito propio.

NOTAS.

  • La entrevista que realicé a la artista para la composición de este artículo se desarrolló, por razones obvias de la pandemia, mediante correo electrónico. Lo primero que me llamó la atención fue que resumiera su biografía bajo la fórmula “tres vidas en una”. Y esa consideración me recordó de inmediato aquello que María Zambrano reconocía cuando señalaba que no se dan caminos rectos en la vida sino más bien constelaciones y que la razón no debe de olvidarlo. Concha Ros nos solo no lo ha olvidado, sino que lo pone en valor.
  • 2 La transformación de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos en Facultad supuso un cambio cualitativo y cualitativo en las enseñanzas artísticas de Valencia. La Facultad de Bellas Artes está situada en el campus de Vera, en la Universidad Politécnica. Vid. Forriols, Ricardo, Los estudios artísticos, en sus modalidades creativas, históricas y teórica, entre 1978 y 2008, en Los últimos 30 años del arte valenciano contemporáneo (I) Coord. Román de la Calle, Valencia, Col.lecció Investigació & Documents, número 15, 2012.
  • 3 En Canal 9 televisión, Concha Ros trabajó como Secretaria de Producción para una coproducción con Italia. Aquella ocasión fue su primer contacto con el mundo de la producción de cultura. .
  • 4 El síndrome de Stedhal es un trastorno psicosomático que cursa con vértigo y que acontece al verse ante una sobredosis de belleza artística. Se denomina de este modo por el escritor francés del siglo XIX, Stendhal quien describió por primera vez este fenómeno durante su visita en 1817 a la basílica de la Santa Croce en Florencia.
  • 5 CIMAC – El museo d’arte moderna e arte contemporanea de Milán se encuentra en estos momentos cerrado por reforma.
  • Su tesis doctoral la dirigió Juan Ángel Blasco Carrascosa, y la defendió en la propia facultad de Bellas Artes en el año 1997. Concha Ros fue una de las doctoras más jóvenes de la Facultad de Bellas Artes de la UPV.
  • 7 Bueno Camejo, Francisco, La música y las artes escénicas en la Comunidad de Valencia desde la instauración de la democracia a la actualidad en, Los últimos 30 años del arte valenciano contemporáneo (I) Coord. Román de la Calle, Valencia, Col.lecció Investigació & Documents, número 15, 2012, p.137.
  • En el teatro Micalet la jefatura de producción primero y la gerencia después abarcaban muchas tareas, pero podrían nombrarse dos producciones propias de la Companyia Teatre Micalet, Un sopar de compromís y La mar, a las que Concha Ros les tiene un especial cariño.
  • 9 Al igual que la AMAEM- Marías Guerrera en Madrid, DONESenART, aglutinó a mujeres de las artes escénicas y de la cultura en su lucha por dar visibilidad a sus creaciones y fomentar su contacto e intercambio. Al respecto, también merecen mención el proyecto Vacas de Barcelona, las Sorámbulas de Alicante, las Federikas de Granada y la AMAE de Málaga.DONES
  • 10La NAU además de albergar la sede institucional del Rectorado y del Vicerectorado de Cultura y Deporte de la Universitat de València, es un espacio para exposiciones, teatro, música y todo tipo de encuentros culturales. https://www.uv.es/uvweb/cultura/ca/nau/centre-cultural-nau/presentacio-1285866274374.html
  • 11 KAKV es la casa de cultura de Villena que se inauguró en 1987 y que cuenta con una larga trayectoria de exposiciones. https://kakv.com/la-kakv/
  • 12 Zecchi, Stefano , Il brutto e il bello, Milano, Arnoldo Mondadori Editore, 1995, p.9
  • 13 Olària; Carmen, Del sexo invisible al sexo visible, Las imágenes postpalelolíticas del Mediterráneo peninsular, Castellò, Diputación de Castellò, Serie de Prehistòria i arqueología, 2011 . Hay que señalar también que Concha Ros sigue de cerca las investigaciones de la arqueóloga Almudena Hernando que tratan sobre la construcción de la identidad de las mujeres en las sociedades orales del pasado y del presente. Vid. La fantasía de la individualidad .Sobre la construcción sociohistórica del sujero moderno. Katz, Buenos Aires, 2012.
  • 14 Podrían citarse muchas mujeres artistas valenciana a lo largo de todo el siglo XX como Jacinta Gil, Fuencisla Francés, Ana Peters, Manuela Ballester, Aurora Valero, Ängeles Marco, Carmen Calvo, Rosa Torres, Inma Coll y un largo etc… Vid. I. Aguilar (ed.) Arte Valencia contemporáneo. Una recopilación bibliográfica desde 1976, Generalitat Valenciana, 2001, así como los fondos de catálogos del Centro de Documentación del Arte Valenciano
  • 15 Lozano de la Pola, Riánsares,«Las cuestiones de género en el contexto artístico valenciano de los últimos 30 años», en Los últimos 30 años del arte valenciano contemporáneo (I) Coord. Román de la Calle, Va lencia, Col.lecció Investigació & Documents, número 15, 2012, p.99.
  • 16 Pérez-Martín, Mariángeles, «Poéticas post feministas del siglo XXI», en Documents per a la resistència, pedagogies postfeministes per a la igualtat, València, CDAC, 2016, p.71 17 Beauvoir, Simone de, Le Deuxième Sexe, Gallimard, Paris, 1949 . Este libro se conoce como el texto fundacional de la denominada segunda ola del feminismo.
  • 18 Al respecto hay que señalar el esfuerzo realizado por MAV – Mujeres en las Artes Visuales, a la que también pertenece Concha Ros. En esa línea hay que destacar la labor inestimable de Marian López Fernández-Cao, catedrática de educación artística, impulsora del proyecto «Museos en femenino». Por otra parte, recientemente el proyecto Portal de Igualdad creado por la artista y comisaria feminista valenciana Mau Monleón reclama una gestión museística y de centros de arte más equitativa que trate a las mujeres artistas en igualdad de oportunidades con los hombres. El Manifiesto Portal de Igualdad que se difundió a finales de 2020, enfatiza esas buenas prácticas. Vid. Zacarés, Amparo y Gallastegui, Samuel, «Un portal de igualdad para museos y centros de arte. Génesis, planteamiento y acción»”, en Los ojos de Hipatia, 2020 https://losojosdehipatia.com.es/cultura/arte-2/un-portal-de-igualdad-para-museos-y-centros-de-arte-genesis-planteamiento-y-accion/
  • 19 Silvestre, Ricard, «Col.lecció d´art contemporani de la Generalitat Valenciana. Incerteses i divergències», en Art Contemporani de la Generalitat Valenciana/Primers Moments, València, GV/CCCC Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, .2018, p.27
  • 20Bernández Rodal, Asunción «Arte posmoderno, ¿arte feminista?. Cuerpo y representación en la Sociedad de la Información» en Contar con el cuerpo: construcciones de la identidad femenina, Madrid, Fundamentos, 2011, pp.123-149.

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