Las Antígonas

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Artículo completo publicado en LOS OJOS DE HIPATIA el 9 de abril de 2021

Por Rosa Mascarell Dauder

“He sentido la angustia de la imposibilidad de poder comunicar, alguna vez, lo que yo descubro…, y me ha dolido la esterilidad de todo mi trabajo.” Palabras de la antropóloga y arqueóloga Laurette Séjourné, a quien va dedicada La tumba de Antígona de María Zambrano.

La propia Zambrano se sintió muchas veces así, pero persistió en su escribir y al final ha sido reconocida su voz. Alguna vez soñó sentirse como Antígona, encerrada en su tumba, alguien le quiere dar la llave que abra la puerta pero ella no la alcanza, está en otro plano distinto, en otra dimensión temporal. Quizá esa llave está ahora en nuestras manos y somos el eco de la voz de la filósofa, somos quienes podemos redimir ese dolor por “la esterilidad de todo mi trabajo”. Pero para ello hay que transformar la sociedad, transformar las relaciones de poder apoyándose en tres pilares: ocupando el espacio, teniendo voz que se escuche y sacando a la luz a nuestras referentes silenciadas.

Trabajando para María en Madrid, recibimos la visita de la escritora francesa Séverine Auffret, nos habló de otra figura olvidada contemporánea de Antígona, Melanipa, “Melanippe la philosophe”, la obra de Eurípides que prácticamente desapareció, de hecho solo han perdurado unos fragmentos. En el momento en el que el teatro era una mezcla de mito y argumentación, de poesía y filosofía, cuando todavía se estaban construyendo los referentes de lo que después sería la filosofía, una figura de mujer se enfrentaba a la ley del padre: Melanipa. Fue silenciada por la tradición, condenada por Aristoteles en su poética porque “una mujer no puede argumentar”. La tradición se hizo carne y años después Diótima ya no tiene voz, su voz es usurpada por Sócrates en la obra de Platón El banquete. María Zambrano le da voz de nuevo: curiosamente, La tumba de Antígona y Diótima de Mantinea se publican juntas en Litoral “el día XXVI de VIII de MCMLXXXIX, festividad de San Adrián”, un número especial de autor con el patrocinio del Ayuntamiento de Málaga.

El catorce de abril, tenemos un nuevo encuentro con María Zambrano, esta vez organizado a través de la Universidad de Valencia, desde l’Institut Universitari d’Estudis de les Dones. Además de la lectura teatralizada de “Aquel 14 de abril” por parte de la actriz Marina Mulet, recordaremos la estancia de María Zambrano en Valencia en 1937 formando parte del Gobierno de la II República, trabajando en la redacción de la revista Hora de España, coordinando el salvamento de los niños huérfanos, ayudando en la organización del Encuentro de Intelectuales Antifascistas… y sobreviviendo frente a un futuro más que incierto. Nos hablará de todo ello la profesora María Elizalde. En ese momento, poco antes de la salida de su país hacia el exilio es cuando se le presenta la figura de Antígona como metáfora poliédrica de su momento vital. No será hasta mucho más tarde, una vez fallecida su hermana Araceli, la otra mujer a la que va dirigida su obra de teatro La tumba de Antígona, cuando finalmente se publique. Se estrenó por primera vez en Vélez Málaga, en 1990, dentro del I Congreso sobre la vida y obra de María Zambrano, todavía en vida de la filósofa, pero sin fuerzas para desplazarse a Vélez- Málaga desde Madrid por motivos de salud. Después se ha representado en Mérida y también hay una versión más reciente de Nieves Rodríguez y Jana Pacheco, retitulada La tumba de María Zambrano, para incidir en hasta qué punto el texto tiene una parte experiencial y autobiográfica.

Conversaremos sobre la figura de Antígona con una mujer de teatro, Margarita Borja. La Antígona de Zambrano es diferente a las otras Antígonas porque no muere en su tumba, en su tumba habla y su discurso se escucha, hay diálogo con los muertos, con la tradición, y con los vivos, con su nodriza y con ella misma, se vuelve hacia su interior, reflexiona. Entrar en la tumba por castigo del padre no significa en la obra de Zambrano morir, como sí lo era en la obra de Sófocles, Antigona habla en voz alta, quizás como las enmuradas medievales, sin cuerpo visible, pura voz.

Como decía el poeta, a estas alturas ya sabemos lo que significan las Antígonas.

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