Una imagen vale por mil palabras

Valencia 8 de marzo de 2019
Valencia 8 de marzo de 2019

Artículo publicado en el LEVANTE – EMV el día 7/03/2019.

 ¿Quién no ha escuchado alguna vez que una imagen vale más que mil palabras?. Se trata de un refrán muy extendido y popular que se adapta a la perfección a estos tiempos en los que la comunicación es fundamentalmente audiovisual. Por este motivo conviene caer en la cuenta que ver y entender no son lo mismo. Al respecto la distinción que hizo Kant entre conocer y pensar resulta ser tan determinante como aclaratoria. Mientras el intelecto es capaz de ofrecer un cierto conocimiento verificable y contrastable con la experiencia, la razón aspira a comprender y distinguir lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto. Dicho de otro modo, pensar requiere un esfuerzo reflexivo mayor que ver pues asume que los planteamientos demasiado simples no suelen explicar bien la complejidad de la realidad. Sin embargo en estos momentos en que los mensajes llegan vía multimedia, los valores y los códigos de comportamiento pasan por toda una serie de mensajes iconográficos que la mayoría de las veces estimulan conductas irreflexivas, repletas de sarcasmos y burlas, hacia grupos sociales que se consideran antagónicos. Este tipo de mensajes, se adoptan sin pararse a pensar en los intereses específicos de dominio que grupos mediáticos y políticos pueden tener en ello. Es en este sentido en el que se dice que ha fracasado la lucha contra la ignorancia y los prejuicios que enarboló la Ilustración. Por eso mismo, resulta tan pertinente inocular a través de la educación la necesidad de pensar y la curiosidad de querer saber para salir a flote de la manipulación que suele hacerse de las creencias y las emociones con el fin de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales.

Así por mucho que se repita que el feminismo es una corriente de pensamiento crítica, de carácter ilustrado, que aboga por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, existe un interés declarado por distorsionar de manera deliberada esta definición. Un ejemplo de esta burda pero interesada forma de persistir en el error, se encuentra en el autobús que una formación ultraconservadora ha puesto en marcha y con el que recorre varias ciudades del país. En este vehículo la imagen del genocida Hitler copa gran parte de uno de sus laterales, estableciéndose la similitud entre el feminismo y el nazismo. Se trata de una iconografía falaz y maniquea, que enfrenta a hombres y mujeres, para beneficio de quienes se sienten incómodos con los derechos conseguidos por las mujeres y no quieren que desaparezca la estructura social patriarcal. Este tipo de acciones que pueden ser constitutivas de delito por difundir mensajes de odio hacia las mujeres, hace evidente que el feminismo sigue necesitando de mucha pedagogía y que la enseñanza de la igualdad ha de contar con una voluntad política que combata la violencia de género que el machismo provoca.

Valencia 8 de marzo de 2019

Dado por hecho que educar en la igualdad es un proceso que debe formar y no solo informar a la ciudadanía, hay que enfatizar que llevamos la civilización en la mirada como señala el último libro publicado por Mary Beard, para quien lo que vemos es tan importante como lo que leemos u oímos. Su interés, como historiadora del arte, consiste en exponer que la clave está en cómo miramos y en que todo depende de quien esté mirando y del contexto en el que mira. Lo interesante de su tesis reside en demostrar que el concepto de civilización es un proceso de exclusión y a la vez de inclusión. Sabemos que somos civilizados por comparación a aquellos que no comparten nuestros valores, que consideramos incivilizados y que también pueden tener sus razones. Ahora bien, a estas alturas del recorrido histórico que el feminismo lleva sobre sus espaldas, resulta inaceptable deshacer lo andado y caer en la polémica infructuosa que quiere provocar la asociación Hazte Oír con el autobús que circula con la lema #StopFeminazis.

Y es aquí donde quiero hacer hincapié en que una imagen se combate y se contrasta con otra. Por eso he querido rememorar para la ocasión la iniciativa que las artistas Yolanda Domínguez y María Gimeno tuvieron en la jornada inaugural en ARCO del año pasado, cuando se pasearon con un localizador rojo como el de Google Maps sobre sus cabezas y bajo el lema #estamosaquí por el recinto de la feria de arte contemporáneo. Fue una acción a la que se sumaron muchas más mujeres artistas y estudiantes de arte, compartiendo fotos en las redes sociales. Sí, estamos aquí y las imágenes que se verán y darán la vuelta al mundo el próximo 8 marzo serán las de las multitudinarias concentraciones y manifestaciones que tendrán lugar ese día. Es un hecho que el feminismo se ha convertido en una fuerza transversal que aglutina a personas de diferentes creencias, profesiones y opciones vitales que no van a detenerse por un simple autobús. En otras palabras, por utilizar un símil pugilístico, el feminismo ni va a tirar la toalla, ni va a rendirse y ni mucho menos va a darse por vencido.

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