Artículo publicado en el LEVANTE – EMV el 6 de septiembre de 2025
La filósofa Fraçoise Collin, fundadora de la “Revue des femmes philosophes” de la UNESCO, fue de las primeras en considerar uno de los grandes temas de la biopolítica y bioética contemporánea. Se trata de la cuestión de la gestación y del nacimiento en una época en la que la biotecnología permite intervenir y sobrepasar los límites naturales de manera antes insospechada. Parte del hecho irrefutable de que todo ser humano sale del cuerpo de una mujer y se plantea preguntas relativas a la posición peculiar de las mujeres en este asunto. En sus análisis concluye que la relación de las mujeres con la reproducción de la especie no es idéntica a la de los hombres, ya sea desde el punto de vista biológico, como histórico o cultural, y mucho menos cuando los adelantos de la ciencia han reforzado la asimilación de la mujer con la naturaleza para ser cultivada, domada y controlada hasta producir fruto y beneficios en términos de descendencia.
Por su parte, la escritora canadiense Margaret Atwood, conocida por escribir novelas distópicas, refiere la instrumentalización del cuerpo femenino en uno de sus relatos más famosos titulado El cuento de la criada que publicó en 1985 y que ha sido adaptado a serie televisiva. La acción se sitúa en la república imaginaria de Gilead donde la infertilidad ha llegado a cotas preocupantes. En ese contexto, presenta un mundo en el que las pocas mujeres fértiles que aún quedan son secuestradas y entrenadas para procrear y darles hijos a los líderes políticos y élites sociales. Estas mujeres llamadas criadas llevan tapada la cabeza con una capucha blanca y visten de rojo para identificarlas como hembras capaces de concebir y cumplir con la misión que se les ha encomendado. No es extraño, pues, que, en la contestación social feminista a la gestación subrogada o vientres de alquiler, las mujeres se manifiesten performativamente con igual vestimenta. En ambos casos, se trate de una violación ritualizada, como ocurre en la novela de Atwood, o de una técnica de reproducción asistida, como sucede en la gestación por sustitución, las mujeres son consideradas meros objetos para la reproducción. No por casualidad, el cartel anunciador de la manifestación convocada para el próximo 6 de septiembre en Madrid, emplea la imagen de las criadas de Gilead en protesta contra la cosificación y mercantilización del cuerpo femenino.
La gestación subrogada es una práctica prohibida en varios países europeos como Alemania, Francia, Italia y España. En nuestro país es ilegal según la Ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción que declara nulos los contratos establecidos a ese fin y considera que la maternidad corresponde a la mujer que da a luz. Recientemente se ha aprobado una nueva instrucción con la que se impide inscribir en el Registro Civil a bebés que nazcan por este procedimiento. Cabe preguntarse si esta instrucción en realidad solamente dificulta los registros automáticos y directos que venían haciéndose con los bebes gestados por este medio en EE UU o Canadá. Cabe la duda si al final seguirá siendo cuestión de un proceso judicial de varios años como ocurre con bebés nacidos mediante gestación subrogada en Ucrania. Por este motivo las reivindicaciones feministas siguen denunciando el riesgo de una sociedad distópica que normaliza los vientres de alquiler. Una posibilidad factible si la ley no regula en miras de un mundo en común y una determinada idea de humanidad que no conculque los derechos humanos de las mujeres.