Entre Oriente y Occidente no es fácil que se dé simultáneamente una conjunción estética. Aun así, Enriqueta Hueso consigue realizarla gracias a su gran capacidad imaginativa y potencialidad artística. En esa línea, ha bebido de las fuentes del destacado maestro japonés Kenyro Hara y su escuela Kodai Moji. No obstante, su toque original, con el que da un sello personal a su obra, no impide que entre ambos artistas exista una comunicación retroalimentada creativamente en el uso de la tinta y el predominio de los colores. De este modo las creaciones de Enriqueta Hueso, en las que incorpora a su pintura papel y otros elementos extrapictóricos, bajo soportes actuales como el metacrilato, son un claro ejemplo de síntesis entre técnica y sensibilidad plástica. Una combinación pictórica tan atractiva como novedosa en la que destaca su tendencia ecléctica para la reinterpretación.
En este proceso creativo, la pieza original queda transformada en obra gráfica dentro siempre de un marco no figurativo y abstracto. Precisamente es en esta conversión, en la que la obra deja atrás su relieve matérico y adopta una superficie plana, donde la artista logra composiciones de gran impacto visual. En realidad, en toda la muestra sobresale la mirada de fuera a dentro, hacia lo espiritual de la vivencia interna, con la que la artista crea siguiendo su intuición e impulso accional.
Es esa manera de hacer, reverencial y dinámica, la que Enriqueta Hueso presenta en la Fundación Ramseyer Dayer. Una ocasión única para disfrutar de una experiencia estética que enlaza dos continentes y dos sensibilidades y un ejemplo más de cómo el arte puede ayudarnos a encontrar antes lo que nos une que lo que nos separa.
Amparo Zacarés Pamblanco
AVCA- Asociación Valenciana de Críticos de Arte