Artículo publicado en el LEVANTE – EMV el 22 de octubre de 2024
Ha pasado por ser una anécdota irrelevante cuando, en mi opinión, no lo es. El tropiezo ha tenido escaso eco mediático, solo el revuelo en las redes hizo caer en la cuenta que se trataba de un error en toda regla y que merecía las disculpas de RNE por haber entrevistado a Carmen Mola en el Día de las Escritoras. Este nombre de mujer no es más que el pseudónimo que utilizan tres hombres para firmar sus obras. Con él ganaron el premio Planeta de la edición 2021 y salieron del anonimato. Por este motivo, no es admisible la incongruencia en la que incurrió el programa Las tardes de RNE que conduce la periodista Lourdes Maldonado. Desde luego, entrevistar a tres hombres en la efeméride en la que se reivindica la escritura realizada por mujeres es no haber entendido nada o haberlo entendido demasiado bien y no querer darle la importancia debida. De hecho, caben esas dos posibilidades ya que no siempre se reconoce la desigualdad entre mujeres y hombres en el tratamiento de los contenidos informativos, ni todos los medios de comunicación cuentan con la figura de redactora jefa de género.
A estas alturas, cuando se sabe que reivindicar a las escritoras en la historia de la literatura es una cuestión de justicia y de rigor académico, cuando se cuestiona el canon masculino como criterio de calidad y se denuncia el olvido de sus obras, no caben equivocaciones inocentes. Además, desde hace unos años, el término criptoginia se utiliza para referirse a la ocultación de los referentes femeninos en la historia de la cultura. Con ello se ha puesto nombre a la desaparición, la falta de visibilidad y de notoriedad que han sufrido las escritoras durante siglos. En general, desplazar las contribuciones de las mujeres de los diversos ámbitos de prestigio social o bien minusvalorarlas en los espacios de poder es una forma inadmisible de criptoginia. Un periodismo que se precie de credibilidad y solvencia profesional debe de considerarlo y, por esa razón, los medios de comunicación no deben reproducirla en el tratamiento de las informaciones y en la comunicación con el público.
La misma Biblioteca Nacional de España que, el pasado 14 de octubre conmemoró el Día de las Escritoras, mantiene la voluntad institucional de relanzar las obras de autoría femenina con dos de sus exposiciones recientes dedicadas a María de la O Lejárraga y Carmen de Burgos Seguí. La primera firmó como Gregorio Martínez Sierra y la segunda utilizó el pseudónimo de Colombine. No lo hicieron como estrategia de marketing editorial tras analizar el mercado y sus potenciales clientes. En realidad, no les quedó más remedio que utilizar un pseudónimo masculino porque imperativos legales o de otro tipo les impidieron publicar con su propio nombre de mujer. Sus casos no son únicos, fueron muchas las escritoras que firmaron con nombre de hombre y vieron cómo su talento se lo apropiaba otro.
Este fenómeno se ha dado en todas las lenguas y épocas. En el caso de las escritoras hispanohablantes, la Asociación Clásicas y Modernas para la Igualdad de mujeres y hombres en la Cultura lanzó, con el apoyo del Ministerio de Cultura, un proyecto multimedia en 2023 para la promoción de obras escritas por mujeres que tuvieron que ocultar su identidad femenina. Se trata de una serie de podcasts que difunden la vida de nueve escritoras españolas a fin de promover la lectura de su obra y darles el reconocimiento que merecen. Además de las dos citadas, la serie recupera a María Andresa Casamayor (Casandro Mamés de la Marca y Araioa), Cecilia Bölh de Faber y Ruiz de Larrea (Fernán Caballero), Caterina Albert i Paradís (Victor Català), Matilde Cherner (Rafael Luna), Lucía Sánchez Saornil (Luciano San-Saor), María Luz Morales (Felipe Centeno) y Eva Canel (Ibo Maza y Fray Jacobo). Estos datos no solo tendrían que saberlo especialistas en literatura y filología, también es necesario que lo conozcan profesionales de la prensa y sepan detectar la criptogina. De no ser así, seguirá lloviendo sobre mojado y se repetirá de nuevo un error que demuestra ignorancia y falta de consideración a las auténticas protagonistas del Día de las Escritoras.