HOMENAJE A ALMUDENA GRANDES

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El pasado 14 de marzo acudimos al homenaje a Almudena Grandes programado por la  Societat Cultural Amics de la Vall y la Biblioteca  Municipal. Ante un público, fiel lector de la escritora, participamos en la sesión dedicada a la dimensión ética de la novela. En ella comentamos varios aspectos relacionados con el arte de escribir y la prolífica labor literaria de esta novelista excepcional.  El recibimiento y la acogida, acorde con un club de lectura dedicado a la autora, fue entrañable y ameno. El tiempo pasó rápido, como sucede cuando se está en buena compañía y en sintonía.   Un recuerdo que quedó grabado en nuestra memoria y que comentaremos con gratitud y emoción en futuros encuentros literarios.

La dimensión ética de la novela:
Almudena Grandes

A finales del siglo XVIII Lessing utilizó el vocablo «literatur» para designar el  arte de escribir. De este modo la literatura  designó al conjunto de obras escritas de un país  determinado: literatura inglesa, francesa, española…  En realidad y más en concreto ,fue con  Gerolamo Tiraboschi  y su  Storia della letteratura italiana (1772) cuando empezó a difundirse el término de literatura. Comenzó así a difundirse una específica categoría intelectual creativa vinculada a una  forma peculiar de conocimiento. A ello contribuyó, sobre todo, la obra de Madame de Stäel con su ensayo De la literáture considerée dans rapports avec institucions socials (1800). Sin embargo, la pregunta crucial reside en saber cuando el lenguaje es literario y cuando no lo es.  En este sentido, la  literatura se incluiría en una forma determinada de mensaje verbal relacionada con la función poética del lenguaje,  tal como señaló  Jakobson en el siglo XX. De hecho, en las obras literarias  el lenguaje dista de ser una mera descripción de los hechos ocurridos. Pero aún así puede utilizar  datos y hechos del mundo real para crear un mundo imaginario, una realidad propia, un nuevo cosmos . Ahora bien, con esto no trata de deformar la realidad sino de crear una nueva que mantenga una relación de significado con la realidad objetiva.

Desde esta perspectiva, se puede hablar de una literatura comprometida socialmente. Esta posición se distancia de una arte dirigido y programado ideológicamente y también de quienes entienden  que la literatura sirve como distracción en  tiempo de ocio . La postura que elige Almudena Grandes (Madrid 1960-2021) está vinculada a quienes observan en la literatura una vía de conocimiento que penetra en la realidad profunda del ser, logrando así revelar la otra cara de los sucesos y  de los hechos. En esta línea, el cosmos literario se construye creativamente tras una extensa  indagación histórica y psicológica. De ahí que el universo imaginario creado sea una realidad ficcional  Esta vinculación entre la literatura y el conocimiento la analizaron especialmente Ernest Cassirer y Susanne Langer. No obstante hay que subrayar  que el modo discursivo propio de la literatura no es el del conocimiento científico sino el representativo del arte. Es  más,  es ese descubrimiento de la realidad profunda y oculta del ser humano el que, según Proust, daba dignidad a la literatura y aproximaba al escritor con el hombre de ciencia.

Con todo, se comprende bien que la literatura sea un modo de acercarse  a la vida y comprender el mundo en un momento histórico determinado. De ahí que la ficción sea un universo creativo verosímil pero no falso. Por ello la escritora decía que sus novelas eran sobre la historia pero no históricas, políticas pero no panfletarias y sentimentales pero no sentimentaloides.  Almudena Grandes fue, como se sabe, una autora prolífica en la que pueden detectarse dos etapas creativas. Su primera obra,  Las edades de Lulú (1989), recibió el premio Narrativa erótica La Sonrisa Vertical.  Dos años después publicó Te llamaré Viernes(1991)  y  más tarde Malena es un nombre de tango (1994). Con estas dos novelas logró consolidarse literariamente y deshacerse de la etiqueta de escritora erótica que llevaba a sus espaldas desde su primera obra.  En la segunda mitad de los noventa publica su primera serie de relatos Modelos de mujer (1996) y su novela Atlas de geografía humana (1998).   Este último libro, en el que presenta cuatro miradas de mujer, supuso un punto de inflexión. Ella misma señala que tras escribirlo, sintió que ya no tenía nada más que contar, que empezaba a repetirse y que o callaba o encontraba otro registro.

Y así fue, su siguiente novela  Los aires difíciles (2002) forma parte de esa segunda etapa creativa dirigida a recuperar la memoria colectiva  de nuestro país. En 2004 publica Castillos de cartón sobre la movida en el Madrid de los años 80  y en 2005 otro libro de  relatos, Estaciones de paso, en el que cuenta las emociones que se viven en la adolescencia. Pero fue en 2007 con Corazón helado cuando su compromiso con  narrar y novelar la historia social y sentimental de nuestro pasado y presente, se hace más evidente . En sus palabras, se trataba de una novela ambiciosa que reflejaba la historia de nuestro país, de lo que fue durante el siglo XX y de lo que podría haber sido. Es la historia de los nietos de quienes hicieron la Guerra civil. Es una  novela que alude a los versos de Antonio Machado y a la historia silenciada que atraviesa a todas las familias y que  desde la contienda civil había dividido a España en dos bandos.  Con esta novela supo que  su literatura estaría comprometida en resaltar la realidad social, política y humana de la historia española del presente y de su pasado reciente. No se limitó solo a contar lo que pasó sino a contar como reconstruimos lo que sucedió  y como afecta al  carácter moral y sentimental de nuestro país en la época actual en la que vivimos.   Las siguientes novelas: Inés y la alegríaLas tres bodas de Manolita, Los pacientes del doctor García y  La madre de Frankestein, siguen la  impronta galdosiana presente en la intencionalidad de la autora.

El tema de la historia de España en el siglo XX es el tema literario por excelencia que eligió la novelista. Almudena Grandes es ya reconocida como una de las grandes autoras del periodo neomoderno de los años ochenta, destacando por su realismo crítico y visión humanista. Fue articulista de un periódico  de tirada nacional, escribió relatos breves y  sobre todo novelas. Fue distinguida con varios premios, en su haber consta el Rossone d´Oro que se concede en Italia a persona destacadas de las letras, las artes y las ciencias. En esencia, su trabajo literario se fundamentó en una labor documental exhaustiva, un proceso de recuperación con el que la memoria colectiva de nuestro país que  parecía destinada a no contarse logra salir a flote y hacerse visible. En su obra, la memoria colectiva se muestra como uno de los  signos de identidad grupal más importante. A tal efecto retoma los recuerdos que se trasmiten de generación en generación.  Su relato se convierte en una fuente de enseñanza que origina cambios drásticos en la memoria individual.  La misma narración ayuda a que cada persona pueda configurar sus recuerdos colectivos. En definitiva, la historia monocorde, unilateral que trasmitieron los vencedores de la guerra civil, se abre a otras miradas al entrar en el  universo sentimental, moral y  vivencial recreado literariamente. Todo un ejercicio de voluntad creativa y compromiso moral, todo un ejemplo de como el arte en general, la literatura en este caso concreto, fomenta la conciencia social y crea comunidad.

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