Fecha: 2 de octubre de 2020
Hora: 19:00 horas
Lugar: Centre del Carme. Refectori.
Organitza: Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana i Fundació Chirivella Soriano
La exposición de Mery Sales, «Seres fuera de campo«, organizada por el Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana y la Fundación Chirivella-Soriano se inauguró el pasado 3 de julio hasta el domingo, 4 de octubre. Con motivo de su clausura, se realiza este acto de presentación del libro que supone un motivo extraordinario para reunir las personas implicadas en su realización. La artista Mery Sales, el diseñador Antonio Ballesteros, el comisario de la muestra Álvaro de los Ángeles, la filósofa Amparo Zacarés, autora de uno de los textos, y el poeta Antonio Méndez Rubio, conversarán sobre algunos de los aspectos derivados de este proyecto complejo que ha analizado, desde la pintura, los aspectos más relevantes del pensamiento de las filósofas Hanna Arendt, María Zambrano y Simone Weil.
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PALABRAS PARA MERY SALES
Acto de presentación del catálogo «Seres, fuera de campo»
Amparo Zacarés
Buenas tardes, antes que nada quería agradecer la invitación para poder estar hoy en tan buena compañía presentando el catálogo de la exposición Seres, fuera de campo en un entorno tan bello como es el Centro de Cultura Contemporánea del Carmen en Valencia. Conozco desde hace mucho tiempo a Mery Sales y desde siempre he admirado sus grandes dotes artísticas y su capacidad para hacer de la pintura un arte figurativo capaz de plasmar las ideas en imágenes,en una escritura o narrativa visual. Quiero decir que junto a su valor estético formal, la pintura de Mery Sales contiene una gran fuerza cognitiva, sumándose así a una tradición estética que vincula el arte con un modelo de conocimiento hermenéutico e interpretativo,más o menos verosímil sobre la realidad. Ahora bien, un modelo de conocimiento que se adquiere a través de la sensibildad,de la imaginación y de la actividad asociativa de la memoria. De ahí que sensibilidad (aisthesis), significado (sema) y sentimiento (pathos) son las tres características propias de su obra pictórica, con la que la pintora logra hacer comunicables la realidad, el arte y la vida. Por eso no es extraño que la artista lleve “el latido en la mirada” como titula uno de sus cuadros, y por eso mismo tampoco resulta raro que haya dado expresión plástica al pensamiento de estas tres filósofas por las que siente tanta admiración como afinidad.
En esencia, se trata de una exposición que gira en torno a María Zambrano, Hannah Arendt y Simone Weil, a quienes la artista lee y escruta para encontrar respuesta a sus inquietudes éticas y políticas. Ellas son sus interlocutoras y el espejo donde mirarse para descubrir todo lo que ha quedado invisible y fuera de campo. Puede decir que, con ello, la pintora nos coloca más allá de una visión canónica de lo visible. Puede decirse también que la artista nos exige una atención más aguda de lo habitual para abrirnos a un pensar icónico, a un pensar en imágenes, a un sentir corporal común originario del que habló el filósofo Gainbattista Vico en el siglo XVIII. Un enfoque que se observa en la intención de la artista al retratarse ante un lienzo en blanco y con el mismo mono rojo de trabajo con el que pita. Una metáfora con la que nos trasmite que la pintura es una segunda piel y el arte, el producto de un cuerpo viviente y sintiente, de un ser encarnado capaz de sentir y sentirse, de percibir percibiéndose. De tal modo que la pintura de Mery Sales no puede concebirse sin la experiencia de un ser cuya condición es un padecer y un estar sumergido en la oscuridad como diría María Zambrano. Con esta idea, Mery Sales crea y realiza un conjunto de retratos de seres anónimos que la lógica implacable de un modelo económico globalizado ha convertido en parias conscientes. En este sentido puede decirse que la pintora se hace eco de las poéticas participativas por las que ha transcurrido el arte contemporáneo desde las últimas tres décadas del siglo pasado. Como recuerdo el filósofo e historiador del arte Georges Didi-Huberman, la civilización en la que vivimos no es una civilización de imágenes sino de clichés. De ahí la importancia de la obra pictórica de Mery Sales puesto que los retratos de esos parias conscientes no son clichés al no ser imágenes de poder, sino imágenes de potencia y fuerza. En esos retratos se observa cómo lo estilístico y lo formal alcanza el campo semántico al darle rostro a un ser que nos interpela, en ese peculiar diálogo en el que todas las personas alguna vez hemos descubierto que todo lo que miramos nos mira.
Por una parte, en las piezas pictóricas inspiradas en María Zambrano, la artista pone énfasis en la luz sonrosada y purpúrea que precede la salida del sol y que ha venido a significar los principios de algo. Es la luz que surge poco a poco desde un todo sutilmente desenfocado. Si se observa bien, se verá como Mery Sales apuesta artísticamente por esa luz tenue que no ofrece nitidez a la imagen y con la que consigue la belleza auroral del continuo renacimiento del tiempo. Es la luz propia de la razón poética con la que logramos ver más y mejor que con la luza cartesiana de la razón teórica del positivismo. Es la luz de una razón poética que se opone a la razón eficiente, que nos instrumentaliza de forma operante y que puede llevarnos a situaciones infernales como fue la contienda civil española. Esta forma característica de pintar la luz auroral se refleja en las obras que la pintora titula Vislumbre, Cada vez, Esperia, Cosmos y Utopía.
En cuanto a las obras motivadas en Hannah Arendt, la artista se inspira en la dignidad con la que la filósofa resistió a la segunda guerra mundial y al exilio. Para esta filósofa las grandes tragedias de la humanidad, como fue el holocausto judío, no pueden despacharse con una pretendida imparcialidad que más que objetividad es indiferencia. Estos embates de la historia exigen ser comprendidos desde la indignación. Aquí lo relevante es señalar que para la filósofa, la emoción no es lo contrario a la razón sino a la insensibilidad. Solo desde la emoción es posible rechazar la banalidad del mal y atreverse a pensar por sí mismo, sin muletas. Es en sintonía con Arendt, cuando la artista articula su paleta en azul y rojo y crea las obras que titula Conciencia en llamas, Limbos, Arde Reichstag, El mal, La herencia y La marea.
Finalmente, en las obras inspiradas en Simone Weil, la pintora recoge su forma honesta y valentía de vivir, virando hacia la vertiente mística que le caracterizó pero sin olvidar el pensamiento al que ella mismo dio vida al decidir trabar en una fábrica o al querer participar en la guerra civil española. Una muestra de cómo sus experiencias vitales fueron testimonio del compromiso ético con el que afrontaba hacer del pensamiento una propuesta de acción. Es en las obras que dedica a esta filósofa, Seres, Sed, Latencia y Fuera de campo, cuando los óleos quedan envueltos en una atmósfera dorada y anaranjada conseguida a base de veladuras. Una atmósfera donde las imágenes contienen un movimiento parpadeante similar a la luz de una lámpara que pugna por no apagarse y cuya luminosidad es símbolo de un resquicio de esperanza en el renacer de la benevolencia y del amor hacia el bien del otro.
De hecho, estas filósofas tienen mucho que decirnos hoy, las tres aspiran a una ética que nos ayude a ser personas, apelando a la responsabilidad no como imperativo moral íntimo y subjetivo, sino como un concepto político que solo puede entenderse en el ámbito de lo público. Según su testimonio, hoy no cabe otra que repensar lo político haciéndose las preguntas que en la contemporaneidad ha sido evitadas. Me refiero a las cuestiones relativas a la responsabilidad y la culpabilidad, a las bolsas de pobreza, al precariado , a la figura del paria y del refugiado. Es preciso, como defendió Arendt, tener la valentía de juzgar y pensar por reflexión. Tenemos necesidad de este juicio reflexivo que es por excelencia el juicio estético del que habló Kant y que a diferencia del juicio teórico de la ciencia requiere de una gran imaginación y de un corazón comrprensivo con el que podamos ponernos empáticamente en el lugar del otro que sufre.
Las tres pensadoras pusieron su empeño en otro tipo de logos, otro tipo de razón y de lenguaje que pudiera comprender y narrar todo cuanto sucedió en el siglo XX. A esta triada de filósofas que le han inspirado, dedica la pintora la obra que titula Son. Por todo ello, es entendible que para Mery Sales ser pintora es una forma comprometida de ser humana y de reclamar justicia, responsabilidad y solidaridad. Con esta intención nos convoca, a mi entender, como espectadores y actores de un presente que necesita más que nunca de una gran imaginación social y , en palabras de María Zambrano, del sentir iluminante del arte. Por eso mismo quisiera terminar de la misma forma que he comenzado, dando las gracias a la artista y a quienes han hecho posible todos que la exposición Seres, fuera de campo pudiera inaugurarse y contemplarse en Valencia, en la sede y galería de la Fundación Chirivella Soriano.
Valencia 2 de octubre de 2020