Artículo publicado en el LEVANTE – EMV el día 07/03/2020.
Tejer y hacer ganchillo ha sido una de las prácticas artesanales más comunes en las mujeres del mundo rural. Sentadas en pequeños grupos, formando un semicírculo en la calle junto a la puerta de alguna vivienda, realizaban esta labor tradicional mientras conversaban. Confinadas como estaban a los espacios hogareños, restringían sus salidas de la casa al mercado o a la iglesia y encontraban en esas tareas un respiro donde plasmar sus propias iniciativas. En ese contexto, bordar, coser y tejer se percibió durante mucho tiempo como algo anacrónico, vinculado a las costumbres tradicionales y a los valores conservadores más arcaicos. De ahí que la recuperación de estas prácticas textiles haya ido pareja a la búsqueda de la genealogía familiar. Esa ha sido la finalidad de la Asociación Hilando Vidas que ha puesto en valor estas tareas domésticas para rescatar del olvido a las mujeres rurales que durante tanto tiempo fueron doblemente invisibles. Por una parte, por su condición de mujer y por otra, por habitar en el campo, en esos pueblos alejados de los núcleos urbanos, abandonados por el éxodo de sus habitantes a las capitales de provincia.
En su momento, el ganchillo llegó a representar una sociedad anacrónica de la que era necesario emanciparse para adoptar los valores identitarios propios de la ciudad y del desarrollo tecnológico. Por este motivo, hacer circular como arte público una labor artesanal que se realizaba en la intimidad del hogar y para el hogar, adquiere una trascendencia política acorde con la jornada reivindicativa del día internacional de las mujeres. Precisamente eso es lo que han hecho más de 650 mujeres rurales, procedentes de la comarca de la Serranía, que llevan todo el año bordando y tejiendo hexágonos de dimensión considerable, con los que han decorado diversos edificios emblemáticos de la ciudad de Valencia. Quienes este mes de marzo paseen por la ciudad, podrán ver adornados así los balcones del Palacio de la Generalitat, del Ayuntamiento, de la Consellería de Igualdad, del Palacio de Cerveró, del MUVIM y del Centro del Carmen de Cultura Contemporánea. En su recorrido esta instalación, propia de un arte público participativo, busca la interacción y la atención de quienes transiten esos días por la ciudad. Se trata de un tipo de instalación que requiere ser recorrida por el público mientras anda. Es más, el espacio por el que hay que transitar, construye un itinerario con un relato y un sentido propio. De hecho, estas piezas invitan a descubrir por qué han ocupado lugares cargados de significación histórica, política y social. En otras palabras, por qué la interacción espacio-obra se ha diseñado para que, a nivel experiencial, ocurra en un medio urbano. De modo que, una vez que la obra ha sido percibida y captada de forma pre-reflexiva por los viandantes, éstos pueden seguir su camino exploratorio y hacerse esas preguntas para llegar a empatizar con las mujeres rurales y sus reivindicaciones contra el abandono que padecen ellas y sus familias.
Estos hexágonos multicolores, producto de un trabajo colaborativo, guardan relación en cierta medida con las labores de costura y bordado con las que las sufragistas invadieron las calles en sus marchas reivindicativas a finales del siglo XIX. En esa línea, esta instalación entronca también con un tipo de arte feminista que tiene su punto de arranque en las experiencias compartidas y comunes a las mujeres. Bordar no refuerza aquí los estereotipos sexistas, sino que aspira a ser una estrategia visual estéticamente efectiva para la mejora y la transformación de la sociedad. La potencialidad metafórica que tiene imaginar a cientos de mujeres rurales tejiendo y narrando su propia historia, involucrando a toda la familia, creando tramas y redes entre ellas, se revela estos días ante nuestros ojos. Todas juntas, el próximo 8 de marzo, desplazándose desde su entorno rural, entrarán a la ciudad por las Torres de Serranos. Un gesto con el que quieren hacerse visibles, dar ejemplo de sororidad y dejar patente que el día internacional de las mujeres no es una jornada lúdica sino reivindicativa donde en los pueblos del interior aún queda mucho por hacer.
Imágenes del día 8 de marzo
Amparo Zacarés Pamblanco
Instituto Universitario de Estudios Feministas y de Género Purificación Escribano – Universitat Jaume I