BARBIE ABRE LOS OJOS

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!Quién  nos iba a  decir que una película que se creía dirigida a niñas y a adolescentes iba a convertirse en un éxito de  taquilla!  En estos momentos,  cuando solo han pasado dos semanas de su estreno, ya supera la considerable cifra de los 1000 millones de recaudación. Ha sido toda una sorpresa, dado que se esperaba que Barbie fuera una chick flick al uso, que es el término que se emplea en el lenguaje cinematográfico para referirse a las películas enfocadas al público femenino. Pero nada más lejos y el revuelo mediático que ha provocado ha sido mucho. Si se piensa bien, a  su directora Greta Gerwig, que ya había cosechado éxitos con un discurso feminista con Lady Bird y Mujercitas, no tenía que serle difícil aplicar el mismo enfoque a la famosa muñeca de Mattel. Y  aunque las dudas rondan entorno a saber si la película es un manifiesto feminista o un producto de marketing para vender más muñecas, no deja de ser un evento cultural  que está reportando beneficios no solo a las salas de cine sino también a la conocida empresa de juguetes.

Al éxito se han sumado las críticas favorables que ha recibido por el  dinámico y colorista lenguaje audiovisual utilizado, así como  por el acierto a las referencias a films tan famosos como Odisea 2001, Matrix o West Side Story.  No cabe duda que todo esto forma parte de su atractivo que ha hecho las delicias de un público cinéfilo. Sin embargo lo más llamativo es ver cómo la película deconstruye y critica los roles de género que tan asentados están en el imaginario social. De hecho, cuestiona los estereotipos de géneros que funcionan como un cliché de lo que se espera que sea una mujer o un varón. Y esto es lo relevante ya que Barbie ha  representado, durante mucho tiempo, el ideal de belleza femenina al que aspiraban niñas y jóvenes. En efecto, esbelta, subida a altos tacones,  de medidas perfectas y vestida para satisfacer los gustos masculinos, la muñeca de Mattel ha sido, desde su creación en 1959, un modelo a imitar vestida de diario, de fiesta o con los atuendos y los accesorios de diversas profesiones.

Ahora bien, de todos los estereotipos de género el más generalizado es el del zapato de salón. Mientras que para los varones el uniforme de género podría identificarse con camisa y corbata, para las  mujeres sería falda y zapatos de tacón. Por eso, en el momento  mismo en el que Barbie posa el talón en el suelo y pone los pies en tierra, abre los ojos y comienza un viaje iniciático  en el que deja atrás lo que creía ser la realidad y no lo era.  La actriz  Margot Robbie, en su papel protagonista,  descubre entonces el techo de cristal, el acoso callejero, la desigualdad de trato y otros tantos aspectos más del patriarcado. En este proceso, el acceso al conocimiento de lo real es  irreversible, sin retorno, donde ya nada puede ser igual que antes. Y esto es lo que hay detrás del guion escrito por Noah Baumbach y con el que da a entender que el feminismo es hoy un movimiento de masas que no tiene vuelta atrás.

Se podrían tratar muchos otros aspectos de la película pero he querido centrarme en la metáfora del zapato de tacón, recordando que fue en el Festival de Cine de  Cannes de 2016 cuando Julia Roberts acudió descalza, en protesta a que el año anterior el director del Festival no había dejado desfilar por la alfombra roja a las mujeres que no portaran tacones altos. Una denuncia con la que se solidarizaron muchas actrices ante la exigencia de utilizarlos en el desempeño de determinadas profesiones, como azafatas, empleadas de hotel u oficinistas, sin tener en cuenta la salud y el bienestar laboral del las mujeres. La revuelta de los tacones altos fue todo un símbolo y lo es también en Barbie que, como producto hollywoodiense, se ha convertido en un blockbuster que responde a las exigencias de un nuevo público infantil, juvenil y adulto que sabe bien que la mujeres ya no quieren encerrarse en casa ni las muñecas volver a su caja.

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