La obra de Luis González Boix tiene como fundamento la abstracción lírica a la que ha logrado darle un sello propio tras años de investigación pictórica. Su manera distintiva de trabajar la materia y mostrar sus creaciones, le hace figurar con merecido reconocimiento en el Diccionario de Artistas Valencianos de las últimas décadas. El artista cuenta con una dilatada trayectoria profesional en exposiciones individuales y colectivas y ha dado a conocer sus piezas en Francia, Italia, India, Taiwán, Estados Unidos, Ecuador y España.
Abierto a miradas de otros países, ha centrado su atención en un arte no figurativo pleno de mestizaje cultural en el que subyace la tendencia común a rescatar la condición vital del agua en sus más diversas manifestaciones. Con el trasfondo del agua que recorre intersticios y supera obstáculos con la mayor ductilidad posible, el artista asume la abstracción como presupuesto pictórico y efecto estético. Su itinerario creativo se caracteriza, pues, por el efecto fluido que da al informalismo de las imágenes que dispone en sus composiciones.
En cuanto a su forma de proceder, investiga diferentes técnicas utilizando una variedad de soportes que van desde el papel artesanal, al lienzo o al plástico, a los que tiende a darles volumen y transparencia, combinando acrílico, tinta y óxido. De tal modo que su originalidad se extiende tanto a las tonalidades cromáticas que emplea como a los insólitos formatos que modela y pinta. En esa línea, endurece algunas de sus piezas con resina para conseguir volumen y darles una configuración espacial con la que traspasa el criterio habitual del cuadro como superficie bidimensional.
En esencia, la muestra reúne una docena de dibujos en los que utiliza pintura acrílica sobre papel Fabriano y una instalación de más de una veintena de obras, de pequeñas y medianas dimensiones, ejecutadas sobre lienzo y papel. En su conjunto, destaca un palimpsesto, de su etapa de producción más reciente, en el que ha hecho acopio de un tachismo sutil y una grafía que ha sido expresamente borrada para dar silueta, en la misma superficie pictórica, a formas indefinidas con las que ha consolidado su estilo y su obra.
En ese sentido, vierte su interés artístico en una poética que retiene los registros líquidos del agua desde la época de Tales y Heráclito hasta la actualidad, en pleno siglo XXI con la ética ambiental y ecológica de Peter Singer. Desde esta perspectiva, Luis González Boix sitúa la memoria humana inmersa en un ecosistema que necesita fortalecer la sensibilidad y el respeto a la naturaleza, a fin de conseguir un esperanzador final feliz con el que titula una de sus series.
Un happy ending que el artista extiende a consideraciones sociales y territoriales a modo de metáfora del fluir libre que precisa el arte para ser enriquecedor y estimulante. En suma, con un lenguaje artístico característico dentro de las diversas tendencias y modalidades del arte abstracto, la obra de Luis González Boix destaca por desembocar en un lirismo plástico de planteamiento imaginativo y tridimensional con el que representa las múltiples asociaciones que surgen de su gran potencial creativo.