Diciembre nos llevó a Roma, ciudad tan querida por la filósofa y donde permaneció algunos años de su exilio. Llegamos para participar en un seminario en torno a su obra con ocasión de presentar el libro que recientemente publicó la editorial Antígona, titulado Maria Zambrano, filósofa de la Generación del 27. Un seminario que tuvo lugar el 7 de diciembre y que se desarrolló en la Università de Roma “Tor Vergata”, bajo la dirección del profesor Giuseppe Patella. El seminario contó además con la presencia de Laura Mariateresa Durante, profesora de la Università degli Studi di Napoli Federico II, una gran hispanista y experta conocedora de la obra zambraniana. Las instituciones organizadoras de este evento fueron el International Research Center for Aesthetics and Art Theory (IRCA) y el Instituto Cervantes de Roma. El seminario fue el motivo primordial que nos reunió en Roma y cuya reseña del libro y reportaje del seminario dejó escrita de manera extensa el profesor José Beltrán Llavador, de la Universitat de València, en la revista Creativity and Educational Innovation Review (CEIR)
https://ojs.uv.es/index.php/creativity/article/view/22164/19975
Sin embargo llegamos con bastante antelación al 7 de diciembre y también regresamos a Valencia mucho después de esa fecha. De este modo, pudimos consultar bibliotecas y librerías y recorrer la ciudad rastreando los lugares por los que la filósofa paseaba a menudo. Por supuesto, no faltó nuestra visita a la Biblioteca española del Centro Cervantes en Roma, en via Albani, donde consultamos y tomamos nota de los volúmenes dedicados a la obra de la filósofa.
Ahora bien, lo primero que hicimos fue visitar la plaza del Popolo que en aquel sábado festivo del 4 de diciembre contaba con una una multitud dispersa de turistas . Allí, en un edificio situado al lado del Caffé Rosati ,vivió la filósofa. Allí está la ventana de ojo de buey por la que María Zambrano contemplaba el espacioso entorno arquitectónico de la plaza y la colina del Pincio, con el jardín situado en lo alto. En ese edificio se hizo la célebre fotografía en la que María Zambrano aparece meditativa y de perfil. Fue nuestra particular peregrinación en homenaje a la filósofa.
Otro de los días, estuvimos en el Caffé Greco, en via Condoti, lugar donde acudía a pasar algunas tardes . El recinto conserva la decoración propia del finales del siglo XVIII, de cuando fue fundado en 1760. Las paredes están repletas de cuadros y objetos de quienes pasaron por allí y fueron relevantes para el mundo de la cultura. Allí también hay una placa conmemorativa de la filósofa y allí también nos sentamos una tarde trayendo a la memoria algunos datos de aquellos años en los que compartió la amistad con Elena Croce que tanto ayudó a los exiliados españoles que llegaban a Roma.
También recorrimos algunas iglesias y basílicas por las que sentía predilección María Zambrano. Como la iglesia de Santa María de Monserrat de los Españoles, construida entre los siglos XVI y XVII y que, desde 2003,.es oficialmente la iglesia de los españoles en Roma. Allí están enterrados los dos Papas españoles, los Papas Borja. También la basílica Santa María del Popolo cuya belleza cautivaba a la filósofa y la basílica neopitagórica subterránea de Porta Maggiore de la que hablaba a menudo.
Por fortuna, nuestra amiga Silvana Segetti nos abrió su bellísima casa, situada al lado del Vaticano, haciendo gala de su hospitalidad y deleitándonos con su amistad, su conversación culta y sus dotes de buena cocinera. El trayecto del metro, desde Ottaviano hasta plaza de España, donde descendíamos para ir al hotel en el que nos hospedamos, situado en via Tritone, lo realizamos a menudo. Fue una estancia en Roma en la que cada día comprobábamos como la ciudad se engalanaba con los adornos y las luces de Navidad. En nuestros paseos transitábamos contemplando sus variados estilos del clásico al barroco o al neoclásico, apurando su belleza tanto cuanto pudimos y tanto como seguro le hubiera gustado a María Zambrano.