CULTURA DE PAZ CON ENFOQUE DE GÉNERO

Cultura de Paz con Perspectiva de Género – COEDUCACENTRES
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La cultura de paz referida al ámbito educativa se conoce también como Educación para la Paz (EpP) y hace referencia al aprendizaje de competencias comunicativas que nos enseñan a dialogar, a escuchar las ideas ajenas y a saber ponerse en el lugar de las otras personas y comprender un punto diferente al nuestro.

La ONU, según resolución de la Asamblea General del 10 de noviembre de 1998, declaró el año 2000, Año Internacional de Cultura de Paz.  El decenio que comprendía de 2001 a 2010 se denominó Decenio Internacional de una Cultura de Paz y no Violencia para Niños y Niñas del Mundo. A partir de entonces, la UNESCO bajo la presidencia de Federico Mayor Zaragoza difundió la idea de una cultura de paz a nivel internacional en el ámbito educativo. Pero la historia de una cultura de paz había comenzado ya a mediados del siglo XX con los estudios del sociólogo Johan Galtung. Fue él quien al diferenciar entre paz negativa y paz positiva presentó una manera novedosa de tratar la paz.  Aparecieron entonces los insitutos por la paz como el Peace Research Institute de Oslo (PRIO) en 1959 y la International Peace Research Associaton (IPRA) en 1963. Se produjo así un giro de 180 grados en los estudios sobre la violencia.

¿Por qué digo esto? Porque la paz negativa entiende la paz como la ausencia de conflicto armado, de guerra, mientras que la paz positiva se concentra en lo que es la paz que es vivir en equidad y justicia. Una diferencia que distingue también entre violencia física directa y violencia estructural y sistémica.

La paz negativa invierte en armamento y responde al lema “si quieres la paz, prepara la guerra” y la paz positiva sin embargo invierte en educación y desarrollo social. Mientras que la paz negativa se concentra en la violencia física directa, la paz positiva incide en la violencia estructural y se preocupa por eliminar la discriminación sistémica que sufren las personas por pertenecer a estratos sociales vulnerables.

Dicho esto, conviene recordar de nuevo que la mediación escolar guarda relación con la Educación para la Paz (EpP) porque impulsa a la institución escolar a crear equipos, espacios y recursos para el diálogo y resolver los conflictos de forma pacíficamente. De ahí que las leyes educativas incorporen la mediación como una práctica educativa que debe impregnar la cultura de centro.

Con todo, es importante la existencia de una voluntad política que no se desentienda de la igualdad. De ahí la relevancia de la LO 1/2004 contra la Violencia de Género y la LO 3/2007 para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres.  Lo determinante es comprender que la segunda ley es el complemento de la primera, y que la primera necesitaba de la segunda para que la violencia de género comenzara a erradicarse.

Pero ¿Qué es la violencia de género? Con este término que procede del anglosajón gender violence se hace referencia a la violencia física, psicológica y sexual que reciben las mujeres por el hecho de ser mujeres, por sus atributos sexuales femeninos. Este término se difundió en 1995 en la IV Conferencia sobre la>Mujer de Beijing y solo un año después, en 1996, la OMS declaró la violencia que se ejerce contra las mujeres como un problema de Estado, como una lacra social y de salud pública.  De este modo, este tipo de violencia estructural que sufren las mujeres de todo el mundo, con mayor o menor evidencia, según el área geopolítica en la que vivan, dejó de ser algo privado y esporádico para pasar a ser estructural y tener que asumirse por el Estado con políticas públicas de justicia, bienestar y desarrollo social.

En general los conflictos pueden ser de 4 categorías: poder, relación, rendimiento e identidad.  ¿Por qué un enfoque de género? . Por la violencia estructural y sistémica que padecen las mujeres, porque las relaciones entre los sexos se han construido históricamente desde la desigualdad. Es más, la desigualdad existente entre los sexos, es la causa de la violencia de género. A mayor desigualdad mayor violencia, de ahí la importancia de formar en igualdad a niños, niñas y jóvenes de ambos sexos y reconsiderar medidas de ajuste en la mediación con perspectiva de género.

Antes de continuar, conviene definir qué se entiende por género.  Género es la construcción cultural por la que se asigna a las personas determinados roles, funciones, ocupaciones, valores y expectativas según hayan nacido hombre o mujer. Los estereotipos de género son pues las ideas preconcebidas sobre lo que deben ser las mujeres y los hombres. Según estos estereotipos de género, las mujeres se relacionan con un modelo determinado de belleza, dependencia, sumisión y pasividad. ´Y los hombres según un modelo determinado de fuerza, poder, autosuficiencia, competitividad y en ocasiones violencia. Es la asimetría entre los sexos la que exige conductas de ajuste para afrontar las desavenencias, los desacuerdos y conflictos diversos.

Veamos este enfoque en los conflictos de poder. Un conflicto de poder se produce cuando una de las partes domina y contra a la otra. El machismo defiende el dominio del varón sobre la mujer. De ahí que sea importante saber detectar los tres indicadores del maltrato: poder, control, aislamiento. Los estereotipos de género fomentan los conflictos de poder entre parejas y en las relaciones personales y laborales.  En una relación sana nadie manda sobre otro y las dos personas se respetan y se muestran afecto y apoyo mutuo. Un conflicto de poder puede surgir ocasionalmente y puede solucionarse dialogando, pero cuando los conflictos de poder ser producen de manera repetitiva y una misma persona quiere tener siempre la razón e imponer su criterio, hay que prestar atención porque podría tratarse de maltrato.

Los conflictos de relación al vínculo que existe entre dos personas, en general suelen ser conflictos de comunicación. De ahí que haya que aprender a comunicarse de forma asertiva y saber gestionar las emociones. En esto hay que recordar que las mujeres han estado durante siglos privadas de voz y de palabra en el espacio público. En la Antigüedad solo merecían hablar y ser escuchados en el ámbito público los varones que disfrutaban de isegoría (igualdad de palabras) y de isonomía (igualdad ante la ley).  Las inercias sexistas han perdurado hasta nuestros días y hay que aprender asertividad, hay que emplear un lenguaje inclusivo que de visibilidad a las mujeres y hay que evitar el mansplaning que es la táctica por la que los varones interrumpen a las mujeres para explicarles algo con condescendencia por entender que ellos tienen más dominio del tema por el solo hecho de ser hombres.

Lo conflictos de rendimiento guardan relación con los resultados del aprendizaje, pero no se deben solo al mismo proceso de aprendizaje sino a otras variables de género como son los problemas de autoestima provocados por la falta de reconocimiento que han tenido las contribuciones de las mujeres en la cultura. También, se añaden cuestiones domésticas ya que todavía son más las adolescentes que los adolescentes quienes se encargan del cuidado de los hermanos menores, de un familiar enfermo o del cuidado de la casa. De ahí la importancia de educar a ambos sexos en la corresponsabilidad. Otra cuestión relacionada con los conflictos de rendimiento es el androcentrismo, el universalismo masculino en el saber que excluye a las mujeres del ámbito de la cultura, de las artes y de las ciencias. Por este motivo es tan importante y urgente incluir referentes femeninos en el currículo oficial y dar una visión más amplia y no sesgada de la historia de la humanidad. Se trata de combatir la criptoginia, término creado por los investigadores Begonya Pozo y Carles Padilla, reconocido por la AVL, y que significa la ocultación de referentes femeninos.  En suma, la criptoginia exige un cambio educativo para que la obra de las mujeres no quede en los márgenes de la historia.

Finalmente, los conflictos de identidad están relacionados con los propios estereotipos de género y los patrones de conducta que hombres y mujeres deben seguir. En esta ocasión hay que prestar atención a la socialización de género y a los modelos que tradicionalmente se han asignado de dominio y sumisión a hombres y mujeres. Por una parte, hay que incidir en el empoderamiento de las mujeres, de las niñas y jóvenes, para que puedan salir de los mandatos de género y puedan llegar a cobo el proyecto vital que deseen por sí mismas. Y por otra, hay que combatir las masculinidades tóxicas, performativas, aquellas que relacionan la virilidad con un modelo de poder y de violencia contra las mujeres. En ese sentido, trabajan educativamente nuevas masculinidades es necesario para ofrecer nuevos referentes a niños y jóvenes. Hay que considerar que mientras las mujeres ya forman parte del espacio público como población activa cualificada, los varones son los que tienen que entrar en el espacio privado, doméstico y reproductivo y considerarlo en su auténtico valor que es mucho. De nuevo corresponsabilidad y conciliación son conceptos esenciales. Por corresponsabilidad se entiende el reparto equitativo entre hombres y mujeres de las tareas domésticas, del cuidado de la casa y de la familia. Y por conciliación, la estructura organizativa laboral para que ambos sexos puedan combinar su desempeño profesional y sus responsabilidades con la familia.

En todo ello, como señalé al principio, es importante una voluntad política que defienda la igualdad a nivel educativo. ¿Cómo se lleva a cabo en la Comunidad Valenciana? Pueden señalarse hasta la fecha cuatro indicadores:

  • La creación de la figura coordinadora de igualdad y convivencia que se implantó por primera vez en el curso escolar 2016/17
  • El Plan Director de Coeducación como plan rector de centro – curso 2019/20
  • Women´s Legacy Project, proyecto trasnacional europeo impulsado por Consellería de Educación, coordinado por la investigadora de la UV Ana López Navajas (Curso 2020/21). Su duración es de tres años lectivos.
  • Coeducacentres, iniciado como programa piloto en el curso 2020/21, impulsado por Consellería de Educación y dirigido por Natividad Fajardo Palomo.  

Con estas coordenadas la Administración Educativa demuestra una voluntad política que no se desentienda de la igualdad y que se preocupa por implantar la paz positiva y una cultura de paz en el centro escolar con enfoque de género.

No quisiera finalizar sin recordar que la equidad y la igualdad contribuyen a mejorar la sociedad entera. Entendiendo por equidad la igualdad con justicia para hombres y mujeres, y por igualdad el reconocimiento de derechos equivalentes para todas las personas con independencia del sexo al que pertenezcan

Llegados a este punto, no queda más que subrayar que siendo las leyes necesarias, no hay que restar importancia a la educación porque los auténticos cambios educativos son siempre educativos. De hecho, porque el ser humano es lo que la educación y la cultura hacen de él y porque la única vacuna contra la violencia de género es la formación en la igualdad y la coeducación.

Amparo Zacarés Pamblanco
Programa Coeducacentres
21 de octubre de 2021

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